Se inicia así este escrito llamado “Anotaciones durante el día”, itinerario de las enseñanzas recibidas y de las luces aprendidas en las “horas del día”. El misterio tiene sus horas, y cada hora tiene su misterio. Durante el día, se aprende. En la noche, se descansa. Durante el día se trabaja. En la noche se ama el amor que se recibe del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se recopilan estas enseñanzas, que son gracias inmerecidas. Cada enseñanza es breve o larga, concisa o abundante. Y todas contienen la admiración y el asombro de encontrarse ínsito en la realidad. Y también contienen la alegría de saber, entender y amar. Y sin saberlo, cada una de estas enseñanzas va preparando al amado para adentrarle en el misterio de su propia vida. La letra en cursiva sirve para destacar, para resaltar, para ayudar a la lectura pausada. El amado, creado hombre, varón, se humaniza hombre en el personalizarse persona con esa personalización que procede del encuentro y de la unión con el Hijo, encarnado Hombre, Varón. Y en este encuentro y unión, el amado se encuentra con la Iglesia Esposa. Jesús y su Iglesia. El amado es adentrado en la noche, y en la noche descubre a Jesús y su Iglesia, dos en uno por el Espíritu Santo. Se me adentra en la noche, se me adentra en el misterio de Jesús y su Iglesia. Se me adentra en la noche; y al principio, se vive inquieto, nervioso, como desalojado del día; y luego, se aprecia la noche cuando se descansa, en silencio y quietud. La noche es mi casa como el día es mi casa. El día es mi hogar como la noche es mi hogar. En el día y en la noche está mi Amado, mi Señor. Este itinerario se continúa por la noche con la redacción de “Mística del Matrimonio”.
Para mayor gloria de Dios.